Carmen Aguarod Otal , 2021: Testar de la Calle Predicadores 113-117, Figlinae Hispanae, https://figlinaehispanae.icac.cat/yacimiento/testar-de-la-calle-predicadores-113-117/
DOI: https://doi.org/10.51417/figlinae_075
Circunstancias del hallazgo y descripción de las intervenciones
En la ciudad de Zaragoza, como consecuencia de la realización de las preceptivas catas arqueológicas en el solar de la calle Predicadores 113-117, llevadas a cabo por personal de la Sección de Arqueología municipal, en junio de 1988, tuvo lugar la localización de un gran testar correspondiente a un alfar.
A continuación, se procedió a la excavación sistemática del solar, que se prolongó hasta el mes de octubre de ese mismo año, bajo nuestra dirección y la del técnico José Antonio Benavente.
El testar, con una extensión aproximada de 260 m2, constituía un potente relleno que colmataba una extensa oquedad irregular existente entre las gravas naturales (Figura 1); la estratigrafía del mismo alternaba y entremezclaba unas capas formadas por desechos de alfar, vasijas defectuosas, mal cocidas o fracturadas, adobes quemados, restos vitrificados de paredes de hornos e instrumentos de alfarero destinados a la separación de las piezas en el horno (Figura 4); con otras capas de basura conteniendo fragmentos de terra sigillata hispánica con producciones de Tricio, lucernas, y materiales diversos. Muy probablemente, al igual que sucede en solares contiguos, entre las gravas naturales del terreno se encontraban inicialmente depósitos de arcilla que fueron explotados para la industria alfarera. En un segundo momento las oquedades resultantes fueron utilizadas como vertederos, colmatadas por desechos de alfar y las capas de basura procedentes de la ciudad (Aguarod et alii 1990).
En la figlina correspondiente al testar, cuyas estructuras edilicias no se localizaron durante la excavación, se fabricaban tres especies cerámicas cocidas en atmósfera oxidante: producciones comunes, cerámicas engobadas y vasos de paredes finas. Correspondían a un alfar especializado en servicios para mesa, almacén y procesos culinarios de preparación: jarras, botellas, vasos, cuencos de diversos tamaños, platos, barreños, tapaderas y ollas. Las producciones engobadas, con tonalidades rojizas, marrones, grisáceas y negras, pueden presentar decoraciones aplicadas consistentes en falos y otras de pintura blanca con motivos de tradición indígena consistentes en puntos y semicírculos concéntricos.
En veintinueve muestras seleccionadas se realizaron análisis petrológicos con microscopio óptico de luz transmitida. Los resultados mostraron que la arcilla empleada en el taller es rica en inclusiones de fragmentos de rocas graníticas, que dentro del entorno geológico de la ciudad de Zaragoza es compatible con los sedimentos cuaternarios próximos a la confluencia del río Ebro con el Gállego (Figuras 5 y 6 pastas más groseras, Figura 7 pasta más depurada). Un grupo de estas cerámicas pertenecientes a vasos de paredes finas y otras producciones de cubierta engobada, de pastas muy depuradas, fueron analizadas por mediante procedimientos químicos, utilizando Espectrometría de Emisión Atómica con plasma de acoplamiento inductivo (IPC), que mostraron una gran homogeneidad en su composición, ligeramente calcárea, indicando una única fuente de arcilla, con diferente grado de depuración. La temperatura de cocción se ha estimado entre 800 y 850º C, sin llegar a superar los 900º.
Entre los medios imprescindibles para el asentamiento de una instalación alfarera se encuentran la leña, la arcilla y el agua. La leña podría llegar tanto por medio del transporte fluvial, como terrestre. El cercano río Ebro era navegable constituyendo una cómoda vía de suministro. A esto se unía que el barrio era atravesado longitudinalmente por una importante vía de acceso rodado a la ciudad de Caesaraugusta, lo que le garantizaba unas excelentes condiciones de aprovisionamiento.
Para el abastecimiento de agua a este sector de la ciudad se consideran posibles actualmente dos opciones que se unen al cercano río Ebro, el río Jalón, o diversas fuentes más próximas a la ciudad, como la de Calasanz o los Alcaduces (Escudero y Galve, 2011, 258; Blázquez 2005, 22-24). Como prueba del suministro de agua a este sector se han localizado diversas estructuras que nos ilustran sobre este aspecto. En el solar del paseo Echegaray y Caballero 72-78, se localizó un canal de abastecimiento de agua, paralelo al Ebro, y con pendiente hacia la ciudad (Fig. 2, 11); quizás el sucesor del conducto de riego ibérico mencionado en el “bronce de Contrebia” del año 87 a.C. y el precursor de la acequia de la Almozara (Escudero y Galve, 2011, 258; 2013, canal c95, 296-7). En el vial de la calle San Blas, a la altura de los números 73-77 (Fig. 2, 6) fue documentada una cisterna de grandes dimensiones, quizás correspondiente a un estanque o fuente (Galve 2004: 27-28). En cuanto a otras estructuras relacionadas con el agua podemos mencionar un canal de argamasa localizado en la excavación del paseo Echegaray y Caballero 82-88 (Fig. 2, 3) (Maneros 1994: 254).
El suministro de arcilla podría proceder de canteras ubicadas en el área periférica, encontrándose aún depósitos arcillosos con huellas de su extracción en alguno de los sectores excavados en el barrio. En la calle del Arpa 3 (Fig. 2, 4) se documentaron un conjunto de estructuras de época altoimperial, concretamente dos piletas, que pueden responder, al menos alguna de ellas, a fines de tipo industrial, entre los que se mencionan tenerías o decantación de arcillas (Delgado 1994ª: 283-288).
Sobre los niveles de época romana se localizaron restos aislados de enterramientos de época indeterminada.
El barrio alfarero de la ciudad de Caesaraugusta
En época romana el testar y vertedero de la calle Predicadores 113-117 se encontraba extramuros de Caesaraugusta, inserto en el barrio suburbial occidental, dedicado a actividades artesanales, que contaba con una importante vía de comunicación que lo atravesaba longitudinalmente en sentido este/oeste: la prolongación del decumanus maximus de la ciudad.
A lo largo del siglo I se localiza en este suburbio una potente industria alfarera: han aparecido hornos y testares con material de desecho de las figlinae, que frecuentemente se mezclan con vertidos de basureros. Entre los testimonios de alfarerías romanas contamos, como primer hallazgo, con los resultados de las excavaciones realizadas en la calle Predicadores 113-117 (Fig. 2, 1). que como veremos tenía su continuidad en dos excavaciones realizadas en solares cercanos y contiguos
En el año 1991 se realizó una segunda excavación arqueológica en la misma área, en los números 88-90 de la calle Predicadores, constatándose la prolongación de la extensión del testar (Delgado 1994b: 291).
Veinte años después del hallazgo del primer vertedero, entre 2006 y 2008, tuvo lugar la tercera intervención, excavándose el solar correspondientes a los números 107-111 de la calle Predicadores (Casabona y Mayayo, informe inédito; Casabona, informe inédito). Los trabajos pusieron en evidencia la continuación y ampliación en extensión del vertedero ya descrito, que alternaba capas de desechos de alfar con otras de basura; pero al igual que sucedía en la excavación anterior no pudieron localizarse los hornos ni las instalaciones del complejo alfarero. En el extremo sur del solar, junto a la gran zanja rellena por el vertedero, se localizaron algunas cimentaciones de muros, muy arrasadas, realizadas en opus caementicium de cronología altoimperial, que conformaban una planta cuadrangular, pero que según sus excavadores no permitían vincularlas claramente con ninguna estructura alfarera.
En la misma calle Predicadores 34-50 (Fig. 2, 2), en la excavación realizada en 1997, se localizó una zona de extracción de arcillas, muy depuradas, de aproximadamente dos metros de potencia y con claras huellas de su explotación, que fue sellada por un nivel de vertido con materiales de derribo, adobes, pinturas murales y cerámicas varias correspondientes a los siglos I y II (Navarro 2007; Aguarod 2014: 178, nota 4). Naturalmente resulta un dato muy sugestivo que en un lugar tan próximo se encuentre una cantera de arcilla que serviría para surtir las necesidades de las figlinae cercanas.
Todos los hallazgos anteriores se localizan en el lado septentrional del barrio, el más próximo al río Ebro, mientras que la siguiente tanda de hallazgos, realizados a partir de 2007, se realizaron en el lado meridional, donde junto a testares y vertederos, aparecieron estructuras correspondientes a diferentes industrias artesanales. En la calle Casta Álvarez 103 (Fig. 2, 7) se localizó, en el año 2007, un gran testar correspondiente a un alfar de paredes finas y cerámica común, amortizado a finales de Nerón e inicios del reinado de Vespasiano; mientras, en el cercano solar del número 91 de la misma calle (Fig. 2, 8) tuvo lugar el hallazgo de un molde de lucerna y evidencias del reciclaje de vidrio (Hernández 2008, 2015, 2016; Hernández y Franco 2006, 2007 a, b y c, 2016).
En la calle Boggiero 73-75 (Fig. 2, 10) se encontraron restos de un pequeño horno para la fabricación de lucernas, con una cronología en torno a la segunda mitad del siglo I (Del Real y Martínez, 2007; Gómez et alii 2016). En la calle San Pablo 136 y Cereros 13 (Fig. 2, 5) se localizó un horno destinado a la fabricación de cerámica común fechado a mediados del siglo I (Delgado y Martínez 2007).
En la calle San Pablo 95-103 (Fig. 2, 9) se produjo en 1988 el hallazgo de un mortero, imitación de la forma Dramont D2, fabricado en uno de los talleres de la ciudad, tal como se deduce del sello con el que se encuentra marcado: G(aius) Arrun(tius) Lup(us) C(olonia) C(aesar) A(ugusta) (Figura 3). Este mortero constituye el testimonio de una figlina regentada por un officinator que fabricaba en la colonia, en época de Nerón, tempranas y fieles imitaciones de productos cetro-itálicos. La mención abreviada del nombre oficial de la ciudad, Colonia Caesar Augusta, puede interpretarse como testimonio de un contrato de locatio-conductio, establecido entre la urbe y un officinator de condición libre, que arrienda un terreno público para establecer su figlina (Aguarod 2014).
La actividad alfarera como hemos visto se centra especialmente en el siglo I, fundamentalmente desde los inicios del reinado de Claudio hasta Vespasiano, perdurando en algunos sectores hasta los comienzos del siglo II; mientras decaía esta actividad artesanal comienza el uso de algunas zonas del suburbium como lugar de enterramiento a partir del siglo II d.C.