Fases de actividad
Segundo Alfredo Eiras, los tipos de tégulas y ladrillos permiten su adscripción al mundo romano, o a uno donde la tradición romana estaba muy latente. Así mismo, el croquis aportado por el profesor Monteagudo sirve para reafirmar esta adscripción. De esta forma, la construcción del horno se encuadra entre los siglos III y VII d.C., bien por romanos de finales del Imperio o por galaicos romanizados de época sueva o visigoda (Eiras 1982: 242).
Espacios documentados
Tipo de espacio: Hornos
Según la descripción proporcionada por Alfredo Eiras Martínez (1982) el cuello o boca de entrada al praefurnium permanecería oculto bajo la tierra, aunque este estaría formado por una bóveda de ladrillos, terminando exterior e interiormente en sendos arcos de medio punto. De esta posible estructura solo se conservó el arco interior derrumbado (ante la afección de la excavación realizada por un vecino). Además, se conservaron las paredes del praefurnium, formando un espacio en forma de prisma rectangular metido en tierra y con unas dimensiones aproximadas de 2,16x1x1 m. Los muros fueron construidos con pequeñas lajas de pizarra dispuestas en hiladas horizontales. Las paredes estarían recubiertas por ladrillos macizos rectangulares y refractarios; el suelo se documentó cubierto por el mismo tipo de ladrillos, aunque más gruesos, en los que quedó presenta la huella de altas temperaturas (Fig. 2).
Por la comparación con otros hornos, Alfredo Eiras apunta a que sobre el praefurnium se dispondría una parrilla de barro cocido agujereada, soportada por arcos, pilares o travesaños y de la cual no se hallaron restos. Asimismo, sobre la parrilla se dispondrían los objetos destinados a la cocción, en un espacio llamado “laboratorium”, el cual contaría con una apertura para la introducción de los objetos. También existiría una apertura que permitiría la creación de tiro para mantener la combustión y permitir la salida del humo.