Mª Rosa Pina Burón , 2022: El Portillo, Figlinae Hispanae, https://figlinaehispanae.icac.cat/yacimiento/el-portillo/
DOI: https://doi.org/10.51417/figlinae_010
El alfar de El Portillo se localiza a 500 m al suroeste de la población de Palma del Río, junto a la orilla izquierda del Genil y muy próximo a su desembocadura, en una parcela agrícola. En época romana pudo pertenecer al territorio del municipio de Segida Augurina, en el convento astigitano (Berni, 2008, 368), o al entorno de Celti, en el convento hispalense (Moros, 2014).
La epigrafía anfórica pone de relieve su pertenencia a una unidad productiva de la que también dependía el alfar vecino de El Pinzón (a 1 km de distancia), denomindada figlina Ceparia, que pasó a formar parte del patrimonio privado de los emperadores Severos en el siglo III d.C. En los dos yacimientos se encuentran los mismos grupos de sellos que aluden al Kalendarium Vegetianum y a la sociedad de los Aurelii Heraclae junto con nombre abreviado de la figlina Ceparia (Remesal, 1996; Moros, 2014).
Afectado por la erosión natural del río y por las labores agrícolas, el yacimiento tan solo es conocido a partir de la dispersión de material cerámico en superficie, de modo que la información de que disponemos procede de las prospecciones efectuadas a lo largo de los años por distintos investigadores y del análisis epigráfico de los sellos sobre ánforas Dressel 20 recuperados en este lugar. No se han realizado excavaciones arqueológicas, ni se han documentado estructuras asociadas a la producción cerámica.
El yacimiento fue descubierto por W. G. Clark-Maxwell y G. Bonsor en 1890, durante sus exploraciones por el valle del Guadalquivir. Años más tarde G. Bonsor publica un sello incompleto sobre un asa de ánfora documentado por él por él en este lugar que transcribe, con dudas, como VFNCEPA CORALODFA (Bonsor, 1989 [Ed. Or. 1931], p. 25, Lám. XXXI nº 31), y propone como paralelo para la lectura de las letras CEPA una marca presente en el Monte Testaccio de Roma (AVGGGNNN FIGVL CEPA, Dressel 2564) alusiva a los tres Augustos (Septimio Severo y sus dos hijos; posteriormente, Valeriano, Galieno y Salonino) y a las figlinae Cepariae, que formaron parte del patrimonio imperial (Ibíd. p. 25).
M. Ponsich visitó el lugar en la década de 1970 y atribuyó los restos de ladrillos, tejas y ánforas visibles en superficie a una posible villa romana (Ponsich, 1979, 111). En 1976 fue prospectado por G. Chic García, quien por primera vez lo define como un centro productor de ánforas olearias a partir de los fallos de cocción descubiertos (Chic, 1985, 51; 2001, 211-212).
P. Berni incluye El Portillo en su catálogo de alfarerías del valle del Guadalquivir (2008, 389-390) y estudia las marcas sobre asas de ánforas Dressel 20 procedentes de este lugar.
En 2013 El Portillo fue objeto de nuevas prospecciones sistemáticas llevadas a cabo por O. Bourgeon en el marco de su investigación doctoral y del proyecto OLEASTRO. Confirma la existencia de un alfar aislado que fabricó ánforas olearias Dressel 20 y Dressel 23, descartando la presencia de una villa (Bourgeon, 2022, 523-527).