Mª Rosa Pina Burón , 2022: Isla del Castillo, Figlinae Hispanae, https://figlinaehispanae.icac.cat/yacimiento/isla-del-castillo/
DOI: https://doi.org/10.51417/figlinae_005
El yacimiento de Isla del Castillo se localiza dentro del cortijo “La Suerte Baja” a la altura del km 19 de la carretera Écija-Palma del Río, en un promontorio abrazado por un meandro del Genil, en su margen derecha. Los hallazgos arqueológicos producidos por las crecidas del río, las labores agrícolas y remociones del terreno eran conocidos desde antiguo por los habitantes de la región: sillares, columnas, inscripciones, estatuas, monedas y cerámicas procedentes de un asentamiento de carácter urbano, en el que la tradición historiográfica ha situado la ciudad de Segouia mencionada en De Bello Alexandrino (57, 6) (Padilla-Monge, 1990, 95). Sin embargo, los importantes vestigios del hábitat romano han desaparecido con el paso de los años debido a las sucesivas nivelaciones del terreno y la acción del río (Bourgeon, 2022, 62 y 183).
Fue explorado a finales del siglo XIX por G. Bonsor, a quien se debe tal propuesta de identificación (Bonsor, 1989 [Ed. Or. 1931], 27). Entre otros restos cerámicos menciona la presencia de fragmentos de ánforas en superficie, aunque no sugiere una producción local.
G. Chic prospectó el lugar en 1975 y recogió un pequeño conjunto de sellos sobre asas de ánforas Dressel 20, a los que atribuye un origen en otros alfares del entorno (1985, 39; 2001, 162-164).
Es M. Ponsich quien señala por primera vez el sitio como complejo alfarero, a partir de los restos de ánforas Dressel 20 con fallos de cocción y numerosos sellos descubiertos durante sus prospecciones. El hallazgo de terra sigillata africana D le lleva a proponer una ocupación del asentamiento hasta el siglo IV o V d.C. (Ponsich, 1991, 67).
En 2014 O. Bourgeon volvió a prospectar el yacimiento, en el marco de su investigación doctoral y del proyecto OLEASTRO, documentando cimentaciones de muros y cerámicas de época prerromana, ecasos fragmentos de ánforas Dressel 20 y un ladrillo sobrecocido que pudo haber pertenecido a la pared de un horno (Bourgeon, 2022, 181). También estudió un lote de 23 sellos procedentes de este lugar y depositados en la Casa de Velázquez (Ibíd. 184).
Algunos de estos sellos aluden a la Figlina Catoniana, nombre que recibe, al menos, durante la primera mitad del siglo III d.C. Su historia estuvo estrechamente ligada al alfar cercano de Las Ánimas, según se deprende de las similitudes de sendos corpora epigráficos.