Mª Rosa Pina Burón , 2022: La Barqueta, Figlinae Hispanae, https://figlinaehispanae.icac.cat/yacimiento/la-barqueta/
DOI: https://doi.org/10.51417/figlinae_002
El alfar de La Barqueta se localiza a unos 2 km al sureste de Palma del Río, en un profundo meandro en la margen izquierda del Genil, en terreno agrícola dedicado al cultivo de naranjos. El yacimiento tiene una extensión aproximada de 2 ha (Bourgeon, 2022, 475). En la Antigüedad pertenecería al territorio de Segida Augurina, dentro del convento astigitano (Berni, 2008, 368).
No se han realizado excavaciones arqueológicas, ni se han documentado estructuras asociadas a la producción cerámica. Sin embargo, se trata de uno de los pocos centros alfareros de la Bética que han proporcionado marcas sobre asas de ánforas Dressel 23. Además, es el único alfar del valle del Genil creado ex novo durante el Bajo Imperio para la fabricación de estas ánforas olearias tardías, y no sucesor de una producción previa de Dressel 20, como es habitual. Debió estar vinculado al taller de Las Monjas/Soto del Rey (Posadas, Córdoba) con el que comparte un corpus epigráfico muy homogéneo desde el punto de vista de su diseño y contenido, de modo que los dos centros pudieron haber pertenecido al mismo propietario, siendo tal vez La Barqueta una sucursal de Las Monjas/Soto del Rey.
El sitio es mencionado por primera vez como alfar de ánforas por G. Chic, a partir de los numerosos fragmentos de la forma Dressel 23 observados durante su visita en agosto de 1976 que, según el autor “cubren materialmente el suelo” (Chic, 1985, 50; 2001, 131). En la misma ribera a 500 metros, en un punto más elevado, encuentra otra zona de dispersión de restos cerámicos, que interpreta como una villa de la que habría dependido el alfar.
En 2012 P. Berni y J. Moros publicaron un estudio epigráfico de marcas in planta pedis sobre ánforas Dressel 23, en el que incluyen 10 ejemplares procedentes de La Barqueta, recogidos en superficie por los autores (Berni y Moros, 2012).
O. Bourgeon llevó a cabo una prospección sistemática del yacimiento en noviembre de 2013, en marco de su investigación doctoral y del proyecto OLEASTRO, a partir de la cual confirma la presencia de un alfar de ánforas Dressel 23 en funcionamiento entre finales del siglo III y el V d.C., que también fabricó material de construcción. Sin embargo, no localiza la posible villa a la que hace referencia G. Chic (Bourgeon, 2022, 475-477).