Mª Rosa Pina Burón , 2022: Las Ánimas, Figlinae Hispanae, https://figlinaehispanae.icac.cat/yacimiento/las-animas/
DOI: https://doi.org/10.51417/figlinae_025
El alfar de Las Ánimas se localiza dentro de una finca a la altura del km 17 de la carretera de Écija a Palma del Río, junto a la margen derecha del Genil. El yacimiento, que comprende el centro alfarero y un núcleo de hábitat rural, ocupa una superficie aproximada de 8,2 ha (Bourgeon, 2022, 199).
El sitio fue descubierto a finales del siglo XIX por G. Bonsor, que pudo observar los restos de un horno alfarero en la orilla del río (Bonsor, 1989 [Ed. Or. 1931], 26).
G. Chic prospectó la finca en 1975. Constató la desaparición del horno mencionado por Bonsor así como una importante dispersión de restos en superficie a causa de las labores de nivelación del terreno, pertenecientes a una villa y a un alfar “bastante grande” que fecha entre mediados del siglo I y mediados del III d.C. Además, recogió un conjunto numeroso de marcas sobre asas de Dressel 20 (Chic, 1986, 36; 2001, 104-107).
Años después el yacimiento fue explorado de nuevo por M. Ponsich, quien de nuevo documenta una vasta superficie de restos constructivos (ladrillos, tejas, placas de mármol) y cerámicos (terra sigillata y ánforas) procedentes de un núcleo de hábitat importante, ocupado hasta el siglo IV o V d.C., con un centro productor de ánforas olearias Dressel 20 asociado. Señala una segunda zona de concentración de restos al norte (“Las Ánimas norte”) en lo que considera la periferia del alfar (Ponsich, 1991, 73).
P. Berni incluye en su catálogo los hallazgos epigráficos procedentes de la villa de Las Ánimas, si bien pone en duda su carácter de centro productor de ánforas (2008, 414-415).
En 2014 O. Bourgeon llevó a cabo una nueva prospección sistemática del yacimiento, en el marco de su investigación doctoral y del proyecto OLEASTRO, durante la cual documentó abundantes restos arquitectónicos (basas de columnas, placas de mármol, ladrillos y tejas) y cerámicos (terra sigillata hispánica, ánforas de vino y salazones) que certifican la presencia de una villa, así como evidencias de producción cerámica, como fragmentos de hornos y de lebrillos-soporte, fragmentos de Dressel 20 y Dressel 23, incluidos fallos de cocción, constatando así la continuidad de la fabricación de ánforas en época tardía. Señala, además, la posible producción de cerámicas comunes en el centro a la vista de la cantidad de restos en superficie, e incrementa el corpus epigráfico de las Dressel 20 fabricadas en el alfar con 12 nuevas marcas (Bourgeon, 201-203).