Mas Manolo

DOI: https://doi.org/10.51417/figlinae_121

Este yacimiento fue descubierto a inicios de los años 70 del siglo XX, al resultar afectado por la carretera que va desde Caldes de Montbui a Granollers. Por desgracia, los restos tan sólo pudieron ser documentados en parte, gracias a Ll. Sala y J. García, quienes notificaron el hallazgo de dos hornos de pequeñas dimensiones. En 1992, debido a nuevas obras públicas que afectaban el yacimiento, se llevó a cabo una excavación de urgencia, dirigida por E. Barrasetas y A. Monleón. Esta intervención puso al descubierto un importante establecimiento rural que ocupaba unos 4.000 m², ocupado entre los siglos I-VI dC. Entre las estructuras documentadas cabe destacar la existencia de hasta seis hornos cerámicos de pequeñas dimensiones, aunque según sus excavadores en ninguno de estos seis hornos se cocerían ánforas. Además, se documentaron una serie de almacenes de dolia con una capacidad máxima que superaría los 200 contenedores (Barrasetas y Monleón 1995: 87-89) y depósitos revestidos de opus signinum. Desafortunadamente, tanto los trabajos agrícolas como las obras públicas realizadas en los terrenos en los que se asienta el yacimiento, lo han desfigurado completamente.

La actividad de este importante centro se divide en seis fases diferenciadas, de las que nos centraremos en la primera, ya que es cuando tiene lugar la producción de ánforas. Ésta transcurriría desde época de Augusto hasta época flavia, momento en que estarían en funcionamiento los tres primeros hornos, con una producción centrada en la cerámica de mesa y cocina. Se han hallado multitud de fragmentos de ánfora, algunos con defectos de cocción, por lo que se fabricarían con total seguridad en un horno cercano que no ha podido documentarse. A finales del siglo I d.C., estos hornos son arrasados y se sitúa encima el gran almacén de dolia defossa (Tauleria 2019: 61-64).