Tania Mosquera Castro (Tempos Arqueólogos / GEPN-AAT, USC); Roberto Bartolomé Abraira (Engobe Arqueología); Mario César Vila (Tempos Arqueólogos); Esperanza Martín Hernández (Dolabra Arqueología); Francisco Alonso Toucido (Tempos Arqueólogos) , 2022: El Tesoro – La Carrilana, Figlinae Hispanae, https://figlinaehispanae.icac.cat/yacimiento/el-tesoro-la-carrilana/
DOI: https://doi.org/10.51417/figlinae_043
El yacimiento de El Tesoro – La Carrilana se localiza en el término municipal de Castroverde de Campos (Zamora), en las proximidades del límite con la provincia de Valladolid, en la comarca de Tierra de Campos. Este dista a 2,5 km del pueblo en línea recta en dirección SE, en la orilla derecha del río Valderaduey, sobre “la cañada zamorana”. Este lugar destaca por encontrarse en una encrucijada natural de dos pasos: uno de E-W, el de Valderaduey, y otro en dirección N que ha sido aprovechado desde antiguo (Rubio 1992: 2; Rubio et al. 1992: 79).
A pesar de que el yacimiento de El Tesoro – La Carrilana era conocido desde la década de 1980, fue en 1992 cuando, como consecuencia de la destrucción del yacimiento por labores agrícolas, se planteó una intervención arqueológica bajo la dirección de Purificación Rubio Carrasco. Así se realizaron dos catas de 3×3 m al Norte del camino de Rabanales Nuevo, en un área donde, en superficie, se habían recuperado restos de mosaico. Ante la constatación de la destrucción del mosaico, los trabajos se desarrollaron en una parcela al Sur del camino de Rabanales Nuevo, donde la prospección había proporcionado abundantes restos de época romana, destacando la TSH. En esta área se realizó un sondeo de 2×2 m. Se procedió a la limpieza de los cortes del camino de Rabanales Nuevo al Curón (Rubio 1992: 7-8). La intervención permitió la identificación y documentación de los restos de una pared de adobes y suelo rubefactado, correspondiente como un horno romano. Se identificaron evidencias de áreas de desecho de materiales (Rubio 1992; Rubio et al. 1992: 79-82).
Segundo los restos materiales recuperados principalmente en el interior del horno y en los basureros, correspondientes principalmente con fragmentos de tégulas e ímbrices, se interpretó como un horno de producción de materiales cerámicos de construcción. Aunque también se planteó la posibilidad de que en este horno se cociesen otras vasijas, pues también se documentaron fragmentos de piezas cerámicas vitrificadas y deformadas en el vertedero más próximo al horno (Rubio 19992: 22; Rubio et al. 1922: 85).
Junto con la identificación del horno, la prospección del sitio permitió la recuperación de abundante material arqueológico adscrito a época prerromana, romana y medieval. Ante los resultados de las diferentes labores desarrolladas en el marco de la intervención arqueológica se constató la existencia de una villa de los siglos IV al VI d.C. (según la información de las cerámicas recuperadas) y un yacimiento prerromano (Rubio et al. 1992: 88).