Ánforas
Dressel 2B y Dressel 3A
Entre la producción de la alfarería se encontraban las ánforas para la contención de vino, cosa que implica el cultivo de la vid y la fermentación de la uva en las inmediaciones. Los tipos anfóricos que, con total seguridad, se producen en la figlina, son las formas Dr. 2/3, Dr. 7/11 y Oberaden 74, tres tipos de recipientes muy característicos de la zona como ya se ha apuntado para otros centros alfareros valencianos (Fernández 2006; Mesquida y Villaroel 2003; García-Gelabert 1999 y 2005; Enguix i Aranegui 1977; Gisbert 1987, 1988, 1991, 1999).
Las ánforas Dr. 2/3 son las más abundantes, concretamente los tipos Dr. 3A de labio almendrado y cuello vertical con diámetros entre de los 14 cm y los 16 cm y la Dr. 2B con borde mucho más ancho y redondeado (López y Marín 2008: 702) con diámetros ligeramente más pequeños, alrededor de 14.
Datos cuantificados
Epigrafía
En la excavación de 1991 aparecieron dos sellos de alfarero, M·TICTI y L·ANT·C (Aranegui 1999: 94; Mateo 2018: 140), sobre el cuello de las piezas. Por desgracia, durante la reciente intervención no ha aparecido ningún otro sello que permita profundizar en su estudio.
Dressel 7-11
Mucho más escasas son las ánforas Dr. 7/11 de producción tarraconense que se inspiran en los modelos béticos reelaborando la forma mucho más exvasada. Pese a que para los productos béticos no hay duda que contenían salsas de pescado, cabe la posibilidad que las producciones tarraconenses transportasen también vino (López y Marín 2008: 708). Sus formas distan mucho de ser canónicas y no hay unanimidad en la anchura de sus bordes ni en la moldura aunque sus diámetros són siempre superiores a los 18 cm. Son relativamente escasas en comparación con las Dr.2/3.
Datos cuantificados
Epigrafía
Oberaden 74
Aparecen también escasos fragmentos de ánforas de base plana, similares a las formas Oberaden 74 con asas acintadas, bordes moldurados y diámetros alrededor de los 15 cm. Cronológicamente, los contenedores anfóricos producidos en Rascanya datan entre la segunda mitad del siglo I y el III dC.
Datos cuantificados
Epigrafía
Otras producciones
Producciones del Alfar
La excavación de la alfarería de Rascanya ha recuperado una ingente cantidad de materiales cerámicos, mayoritariamente cerámica producida in situ, aunque también cerámica de uso importada como la vajilla de mesa, procedente de La Rioja, el sur de Francia o Túnez, y la cerámica de cocina italiana o tunecina. En este apartado analizaremos exclusivamente la cerámica fabricada en la alfarería que fue objeto de un comercio a corta distancia, centrado casi en exclusiva en la ciudad de Edeta y su ager. Quizás son las ánforas el único producto que, por su contenido, hubiera podido tener un área de distribución mayor.
En el momento de máxima producción de la figlina se fabricaban una variada gama de recipientes, objetos y materiales de construcción, para los cuales se necesitarían procesos técnicos, de producción y de cocción específicos dependiendo del resultado final que se quisiese obtener. Las diferencias entre los hornos, sobre todo de tamaño, estarían en función de los objetos a cocer. Algo similar ocurre con las balsas, ya que la arcilla en bruto que se necesita para fabricar un ladrillo no es la misma que para una botella, en cuanto a humedad, consistencia, grado de depuración o inclusiones (Coll 2008: 122).
Por tanto, la especificidad de las características técnicas necesarias para la producción vendrá condicionada por el producto final. Es por este motivo que asociamos las grandes estructuras, horno 4 y balsas 2 y 3, a la producción de material constructivo, dolia, grandes recipientes y determinadas formas de uso común como los bacines; mientras que las estructuras de tamaño modesto se relacionan con la fabricación de toda la gama de recipientes de uso doméstico que se producían en la alfarería y otros elementos como las colmenas y los ponderales.
Estas diferencias se observan también en las características intrínsecas de las pastas. Los alfareros escogieron intencionadamente pasta con abundantes y grandes inclusiones para crear objetos más resistentes y otras, más depuradas y finas, para los recipientes de cerámica común (Olcese 2003: 19). Así pues, en Rascanya se han documentado principalmente dos tipos de pastas con calidad y composición diferentes a partir de una única arcilla. A nivel macroscópico es una arcilla de buena calidad, dura y compacta, poco plástica con desgrasantes calcáreos blancos, de colores cálidos que oscilan del amarillento al anaranjado, pasando por el beige, ocre y rosado. Las pastas más depuradas incluyen desgrasantes calcáreos finos, distribuidos de forma homogénea con escasos nódulos medianos en alguna ocasión. Las pastas menos depuradas incluyen desgrasantes calcáreos finos, medianos y grandes, cuarzo y cal, fragmentos de arcilla sin deshacer, siendo mucho más toscas y más heterogéneas. En ocasiones aparecen también trazas de haber contenido restos orgánicos, probablemente fibras vegetales, y cerámica machacada.
Material de construcción
Se trata de un porcentaje muy elevado de las cerámicas aparecidas y estaban confeccionadas con la pasta que hemos denominado tosca. Aparecen las formas más habituales de tegulae e imbrices que en ocasiones presentan marcas de dedos. Se confeccionaba una variada gama de ladrillos de diferentes tamaños (Roldán 2008) de los que se ha podido recuperar algún ejemplar completo. Los más grandes no se han conservado íntegros, pero aparecen partes de ellos, que permiten diferenciar algunos con decoración espatulada incisa oblicua a peine o decoración reticulada hecha digitalmente. Además, destacan los ladrillos asociados a la construcción de edificios termales como los ladrillos con apéndices o “claveau”, utilizados en las bóvedas de las termas (Fincker 1986), y los clavi coctile, ambos muy abundantes en Rascanya. También resultan abundantísimas las losetas romboidales, de las que se recuperaron más de 600 ejemplares. Los ladrillos de diferentes medidas estardarizadas son rectangulares, cuadrados, con apéndices y se han identificados bessales y laterculi, entre otros. También se produjeron los adobes, como mínimo, los utilizados para la construcción de los hornos. Las piezas completas de las que disponemos de medidas son:
- Ladrillo cuadrangular de 0,18 por 0,18 por 0,04 m
- Ladrillo cuadrangular de 0,22 por 0,22 por 0,09 m, los llamados bessalis
- Ladrillo rectangular de 0,10 por 0,06 por 0,02 m, los laterculi
- Ladrillo rectangular de 0,24 por 0,18 por 0,04 m
- Ladrillo rectangular de 0,28 por 0,10 por 0,06 m
- Ladrillo rectangular de 0,30 por 0,21 por 0,04 m
- Ladrillos con apéndices de 0,31 por 0,30 por 0,06 m
- Tegulae de 0,60 por 0,45 por 0,03/0,06 m
- Ímbrice de 0,38 por 0,14 por 0,04 m
- Ímbrice de pequeño formato de 0,18 por 0,06 por 0,02 m
- Adobe rectangular de 0,31 por 0,15 por 0,09 m
Grandes recipientes
Los diferentes elementos que se han incluido entre los grandes recipientes estuvieron fabricados con la pasta que hemos denominado tosca. Los característicos dolia, grandes recipientes de contención aparecen en Rascanya en dos formatos: grande, alrededor de 0,65 m de diámetro y ancho borde; y pequeño, alrededor de 0,45 m de diámetro y borde relativamente estrecho. Asociados a estos, aparecen unas grandes tapaderas planas de ancho diámetro con asa en forma de “U” invertida.
Los identificados como tubos, son partes de elementos circulares o semicirculares de gran diámetro que presentan un rebaje en el borde para poder ser encajados (macho y hembra). No se conserva ningún ejemplar completo, pero quizás se deba relacionar con los elementos constructivos de las termas.
Aparecen abundantes barreños producidos en la alfarería y que debían ser usados allí mismo. Son recipientes ovalados de paredes exvasadas y altas con asas laterales alunadas. En ocasiones presentan decoración impresa en el borde, bien sean ungulaciones o círculos incisos. Este barreño tiene su paralelo, ligeramente más pequeño, en pasta depurada que comentaremos en el apartado correspondiente.
Otro gran recipiente incompleto sería una forma de paredes bajas y exvasadas con borde bífido y sección muy gruesa del que poco más sabemos. Por último, cabe destacar la aparición de un elemento de base plana de 32 cm de diámetro, paredes rectas en el interior con un diámetro de 12 cm y exvasadas en el exterior y labio plano. Este elemento se encontró en la plaza central delante del pilar central del horno 4. No conocemos su función, pero lo extravagante de su perfil lo inhabilita como recipiente, pudiendo tratarse de un soporte para enclavar madera.
Vajilla de uso doméstico
Cerámica común
En los Hornos de Rascanya se produjeron una amplia gama de recipientes utilizados en la mesa y como elementos auxiliares de la cocina. Son formas muy habituales en el territorio valenciano (Miramon y Porcar, 1988; Fernández 2006; Huguet et alii 2008; Huguet 2009) producidas en el entorno cercano del lugar de consumo, por lo que cada ciudad tenía sus propios talleres alfareros que la abastecían (Coll 2005: 172; Huguet 2016: 567). Para su clasificación se ha utilizado la tipología confeccionada para el material de los pozos romanos de Edeta (Escrivà 1995) por la coincidencia cronológica y espacial.
En cuanto al repertorio formal se documentan:
- Gr. I.1 y 2 Urceus: jarras con una o dos asas, cuerpo globular y cuello medio con borde moldurado o redondeado. Se produjo un formato grande, con diámetro alrededor de 15 cm, y otros más pequeños. Esta forma es con diferencia la más abundante de la producción del alfar. Como curiosidad cabe mencionar la jarra con cuatro asas y decoración itifálica hallada en uno de los estratos de abandono. Este tipo de decoración no es habitual (Mínguez 1996) pero ya se había documentado con anterioridad en alfarerías peninsulares (Cura 2002-2003).
- Gr. II Lagoena: botellas suelen presentar cuello estrecho y una sola asa. Se conocen tres tipos: el primer tipo es el más abundante, de cuerpo globular, cuello corto y estrecho y borde redondeado; un segundo tipo, más escaso que el anterior, muestra un cuello largo vertical con una sola asa y un borde moldurado en vertical; un tercer tipo, muy escaso que reproduce modelos de formas cerradas del siglo III (Escrivà 1995: 180; Huguet 2016: 501) con cuerpo globular, cuello medio, estrecho y carenado con dos asas que parten de la carena y borde vertical. Los dos primeros tipos están registrados en dos formatos, uno pequeño, alrededor de los 4 cm de diámetro, y uno grande, alrededor de los 5,7 cm.
- Gr. III.1 Calix: copas o cuencos de pequeño formato con cuerpo caliciforme mayoritariamente. Reproducen formas de la cerámica de paredes finas pero con una sección mucho más gruesa, como el caso de la Forma Rubielos de Mora 2.1 (Peñil, Lamalfa y Fernández 1985-86) o de la forma López Mullor 56 (López 2008: 365) con decoración burilada en el cuerpo.
- Gr. III.2 Poculum: aunque escasos, se producen recipientes de paredes verticales con borde reentrante, similar a los tarros o botes.
- Gr. IV.1 Paropsis: son recipientes abiertos de uso doméstico similares a los bacines con cuerpo globular y distintos labios más o menos desarrollados. En ocasiones presentan asas horizontales planas o de sección circular y son una de las formas más producidas en el alfar.
- Gr. IV.2 Lanx: platos de paredes bajas, carenadas y perfil sencillo. Aunque no son muy abundantes aparecen numerosas variantes.
- Gr. IV.3 Catinus/llus: pequeños platos con ala vuelta mayoritariamente.
- Gr. V Mortarium: recipientes abiertos con ala y pico vertedor que presentan cuarzos como material abrasivo para picar, ligar o desmenuzar en el interior. Algunos ejemplares muestran perforaciones pre-cocción para colgar el recipiente mediante una cuerda.
- Gr. VI Lebes: grandes recipientes abiertos de cuerpo globular y borde desarrollado, mayoritariamente en forma de cabeza de “ánade”.
- Gr. VII Pelvis: grandes recipientes abiertos de forma ovalada, paredes verticales con borde exvasado que recuerda poderosamente a los Kalathos.
- Gr. VIII Aula/olla: recipientes cerrados de considerables dimensiones cuerpos globulares y cuellos cortos con gran variedad de bordes.
- Gr. IX Caccabulus: recipiente de paredes bajas y base convexa que podría imitar las producciones tunecinas de cazuelas africanas de cocina. Son muy características en la ciudad de Edeta y se produjeron con toda certeza en Rascanya.
- Gr. XI Operculum: las tapaderas no son muy abundantes, son formas auxiliares para cubrir otros recipientes. Presentan perfiles sencillos y bordes redondeados con pomos poco cuidados con trazos del trabajo del alfarero. Destacan unas tapaderas toscas relativamente planas, con pomo, totalmente asimétricas con diámetros que sugieren que corresponden a la cobertura de las ánforas o las grandes jarras.
- Barreño: se trata de un recipiente ovalado de paredes exvasadas y altas con asas laterales alunadas ligeramente más pequeños que las versiones en pasta tosca.
- Cantimplora: recipiente cerrado con cuerpo de forma circular y relativamente plano con cuello estrecho y corto, y dos asas. Las cantimploras no son demasiado numerosas, pero se han inventariado fragmentos pertenecientes a varios ejemplares.
- Ponderales: pesos de telar de tanto de forma troncopiramidal como paralelepipédica que en ocasiones presentan decoración o marcas en la parte superior de las piezas.
- Colmenas: borde redondeado y acanaladuras interiores que recuerdan poderosamente a las ibéricas.
- Elemento indeterminado: objeto macizo de forma cilíndrica con acanaladuras, quizás similar a un candelabro.
Evidencias del trabajo del alfarero
Las cantidades de cerámica recuperada en Rascanya son en gran parte productos de la alfarería. Prueba de ello son los defectos de cocción, las piezas mal cocidas y deformadas. No obstante, se debe incidir en que no se han excavado los testares de la figlina (Díaz 2008: 102). Las piezas que hemos identificado como defectos de cocción formaban parte de estratos de relleno, como muchos otros fragmentos, eran por tanto basura acumulada, pero no el vaciado de una de las cocciones fallidas del horno. Estos testares debieron estar, quizás todavía estén, en las cercanías de la alfarería.
Pese a todo, entre el material recuperado durante la excavación de Rascanya aparecieron pruebas inequívocas del trabajo artesanal de los alfareros que ayudan a reconstruir sus labores. Las pruebas más evidentes son los defectos de cocción que van desde las piezas quemadas, a las grietas, desde aquellas en las que la pasta burbujeaba por las altas temperaturas a aquellas piezas totalmente derretidas. Estas últimas son lo que popularmente se conocen como “cagaferrades”.
En relación al trabajo del horno se recuperaron algunos elementos que se debieron utilizar durante los trabajos de acomodación de las piezas en el laboratorio de los hornos tales como cilindros escasamente trabajados o los llamados distanciadores. Éstos eran sencillos elementos circulares sobre los que apoyaban las bocas de las piezas a cocer. En Rascanya aparecen numerosos ejemplares de diferentes diámetros dependiendo de la medida del recipiente a sostener. Están realizados en la misma arcilla depurada que el resto de la cerámica común y difieren entre ellos en la altura y en el diámetro. Alguno de estos distanciadores presenta una ligera línea ondulada e irregular en la parte inferior, cosa que indica que fue secado sobre una ligera capa de barbotina. Se ha podido comprobar que estos distanciadores, o los recipientes directamente puestos boca abajo, se colocaban sobre los bessales para la cocción en el horno, lo que provocaba una impronta circular en los ladrillos.
Otros indicios de la producción son la aparición de residuos sobrantes, es decir, pequeños desechos de arcilla en crudo que el alfarero cortó de la pieza ya confeccionada y que, probablemente por azar, acabó en el horno convirtiéndose en cerámica. Se observa también algunos procesos productivos como el de la unión de los bordes de dolia con sus cuerpos. Las dolia debieron estar hechas manualmente mediante la adjunción de cilindros de barro, posteriormente trabajados para alisar la superficie. Una vez modelado el gran cuerpo se debía unir el borde a éste, para lo cual se trazaban profundas incisiones que permitían un mayor agarre de las dos partes. Pocas veces se puede llegan a observar este tipo de trabajos, y en Rascanya, existen los dos fragmentos que muestran el positivo y el negativo de estas incisiones.
Por último, cabe destacar la existencia de un fragmento de piedra caliza gris, dura y consistente con un pronunciado rebaje circular en el centro producido por una constante erosión. Pese a que el ejemplar no está completo podría corresponder a uno de los apoyos de los pies de torno, que eran necesarios para el moldeado de los recipientes cerámicos. Esta base caliza apareció en uno de los estratos de amortización del gran horno y cabe incidir en el hecho que, al igual que ocurría con los testares, no se ha excavado el área destinada al torneado/modelado de las cerámicas. Presumiblemente, en esa zona se deberían encontrar más bases para el torno, perforaciones circulares en el suelo o incluso discos o platos de torneado (Díaz 2008: 97).