Ánforas
Oberaden 74
Además de la mayoritaria cerámica común producida en el horno, con el mismo tipo de pasta se produjeron ánforas de pequeño tamaño y base plana. Se trata de la forma Oberaden 74 (López y Martín 2008, 709) con característica locales: sección fina, cuerpo globular, cuello corto y ancho, borde moldurado al exterior con acanaladura interior y exterior y asas acintadas (2 Const. 58. 2069. 1). La producción tarraconense tiende a datarse entre el 30 aC y el 50/60 dC, aunque para la zona valenciana la producción de este tipo de ánforas podría retrasarse como en el caso de las Dr. 2/3 hasta la segunda mitad del siglo II dC (López y Martín 2008, 705).
Datos cuantificados
Epigrafía
Otras producciones
Cerámica común
La pasta de esta cerámica presenta unas tonalidades que oscilan del naranja al ocre/ beige, llegando en ocasiones al amarillo. Su consistencia es muy blanda, poco compacta y esponjosa, con desgrasantes finos pero abundantes mayoritariamente calcáreos, de color blanco, pero también grises y, en menor medida, brillantes.
Las superficies alisadas y de la misma coloración variante que la pasta son jabonosas, blandas y por eso se deshace y mancha las manos al tocarlas. Los desgrasantes son visibles en superficie. Es muy posible que esta cerámica se desechara por una mala cocción a baja temperatura con lo que la pasta no alcanzó el grado de dureza deseable. Tanto es así que los fragmentos cerámicos se rompen con hacer un poco de presión en sobre ellos.
Todas las formas documentadas son cerámicas comunes de uso doméstico para almacenaje, transporte, preparar o servir alimentos. En ningún caso se ha documentado cerámica de cocina o recipientes para ir al fuego, demanda esta que vendría suplida por los productos africanos (Bonifay, 2004; Hayes, 1972; Marín, 1995, Aquilué, 1985) y por la cerámica reductora regional de cocina (Reynolds, 1993). Entre las formas que encontramos están representadas una buena parte de las formas cerradas de época romana (Fig. 5). Las formas más abundantes son las jarras u orzas (urceus) con cuerpos globulares, cuellos diferenciados, asas acintadas y bordes redondeados con moldura exterior e interior. Tipológicamente se pueden identificar con las formas Gr. I.1 (2 Const. 58. 2069. 2) y Gr. I.2 (2 Const. 58. 2069. 3 y 4) hallados en los pozos votivos 4 y 1 de la Avinguda del Furs en Llíria (Escrivà, 1995). Para el análisis tipológico de las formas se ha seguido este estudio ya que la proximidad de la ciudad de Edeta y la similitud morfológica del material así lo requiere. Estos recipientes sirvieron para la contención de líquidos y en el caso de las formas con la boca más ancho posiblemente también para frutas, aceitunas, frutos secos y demás alimentos de medidas reducidas.
Las botellas, formas cerradas de cuello estrecho (lagoena) son de dos tipos: de borde triangular, Gr. II.2.2 (2 Const. 58. 2069. 5), y borde redondeado con pared vertical, Gr. II.2.1 (2 Const. 58. 2069. 6). Como la forma anterior sirvió para la contención agua, vino y otros líquidos.
En menor medida aparecen formas abiertas (Fig. 6) de grandes dimensiones como las pelvis, Gr. VII (2 Const. 58. 2069. 7), o los lebes, Gr. VI (2 Const. 58. 2069. 9), o más pequeños como los platos, Gr. IV catini/catilli (2 Const. 58. 2069. 10). Las pelvis se han identificado como recipientes de uso doméstico y para la higiene personal (Carandini, 1981). Tienen una base elíptica y un cuerpo troncocónico ligeramente exvasado con ala horizontal. Por su parte Annecchino (1977) en el estudio de la cerámica común de Pompeya identifica las pelvis con recipientes de grandes dimensiones, cuerpo globular o en forma de cono con cuello ligeramente diferenciado que aquí se ha designado como lebes. En cuanto a su utilización, además del uso doméstico son aptos para la transformación de alimentos. Las formas abiertas más pequeñas corresponden a platos de bajos de paredes cóncavas y labio redondeado al exterior que servirían para la contención de alimentos o para servirlos en la mesa.
Además aparecen copas o vasitos, Gr. III Calix, entre los que destacan varios fragmentos pertenecientes a 3 individuos diferentes que presentan una decoración de hojas de piña o pedúnculos, habituales en las formas de paredes finas (2 Const. 58. 2069. 12). Esta copa presenta el cuerpo redondeado y decorado con la parte superior lisa y vertical. Se puede considerar como una imitación de la decoración de paredes finas que se fabricó entre el 40- 80 dC (Mayet, 1975; López Mullor, 1989). Hay dos formas de copa que el horno fabricó con asiduidad: una de finas paredes verticales con borde exvasado (2 Const. 58. 2069. 8) y la otra con carena en el cuerpo, paredes cóncavo-convexas y borde redondeado (2 Const. 58. 2069. 11). Las tres formas de copa servirían para contener líquidos y beber.
Aparecen también diversos fragmentos, que no corresponden a un mismo recipiente, pero podrían ser arulas o aras votivas de uso doméstico (2 Const. 58. 2069. 13) (Fig. 7). Hay dos esquinas de una forma cuadrangular enmarcada por dos filetes horizontales y decoración vegetal en el centro. Puede ser la parte superior rematada con almenas. Apareció otro elemento similar en la excavación de la Plaza del Negrito NEGCAL 90 (UE 1222) (Albiach, inédito; Huguet en prensa).
Entre los estratos que formaban parte del derrumbe del horno aparecieron fragmentos de varias máscaras teatrales cerámicas (Fig. 8). Representan un rostro masculino con nariz y orejas grandes, pómulos marcados, boca torcida, frente arrugada y con corona vegetal. Sus ojos son grandes con perforaciones para poder ver a través. Cercanos a la oreja se conservan otras dos perforaciones pequeñas, probablemente para colocar algún elemento de sujeción o cuerda. Este personaje de rasgos grotescos podría estar asociado a Maccus, uno de los cómicos ridiculizados (Mayet 2006) estereotipados de la comedia Atellana que encarnaba lo grotesco y la tontería en un hombre con cara deformada, desgarbado, estrábico y deficiente (Capasso 2007, 53). Máscaras cerámicas junto a sus moldes en yeso de los personajes Atellani se documentaron en el taller de máscaras de Via Stabia de Pompeya (Borriello et alii 2010, 180) con las que los ejemplares de Valencia presentan gran similitud.