Tania Mosquera Castro (Tempos Arqueólogos / GEPN-AAT, USC), Roberto Bartolomé Abraira (Engobe Arqueología), Mario César Vila (Tempos Arqueólogos), Esperanza Martín Hernández (Dolabra Arqueología), Francisco Alonso Toucido (Tempos Arqueólogos) , 2022: Venta del Gallo, Figlinae Hispanae, https://figlinaehispanae.icac.cat/yacimiento/venta-del-gallo/
DOI: https://doi.org/10.51417/figlinae_037
El yacimiento de la Venta del Gallo se sitúa en el Alto de la Corona, en el término de Cayés del municipio de Llanera (Asturias). El área en el que se localiza el yacimiento poseía un valorado potencial arqueológico, puesto que en la década de 1960 E. Marcos Vallure había documentado en una finca próxima, El Cierro, una estructura construida con ladrillos y tégulas, de planta circular y corredor, identificada como un horno romano. La importancia del hallazgo radicó en tratarse de la primera vez que se identificaba una estructura de este tipo en Asturias, ya desaparecido (Requejo 2014: 311). Asimismo, en el entorno de la zona adscrita a la cuenca del Nora destacan otros asentamientos y vestigios de época romana, como la Ería de Solavilla, La Hermita, la villa-necrópolis de Paredes o el establecimiento tardorromano de Priañes (Requejo 2000; 2007a, 2007b, 2014)
En 1999, se identificaron los primeros indicios mediante la documentación de numerosos fragmentos de ladrillos, tégulas e ímbrices en la finca de El Cueto, en el sector suroccidental del Alto de la Corona. El reconocimiento del área supuso la identificación de nuevas evidencias arqueológicas, correspondientes con manchas rojizas que destacaban en el terreno. Ante estos indicios, se procedió a la excavación arqueológica intensiva bajo la dirección de Otilia Requejo Pagés. Se identificaron un total de 5 hornos destinados a la cocción de materiales constructivos que formarían parte de un complejo industrial mayor (Fig. 1). Dicho complejo posiblemente se extendiese hacia el Norte y el Oeste, ocupando todo el Alto de La Corona (Requejo 2000, 2001, 2007a, 2007b). Se trataría de un centro de producción incluido en la categoría de taller especializado suburbano –officina- aunque también compartiría características propias de los complejos manufactureros. Esta officina posiblemente estuviese vinculada al fundus de otro gran dominio rural de la zona, correspondiente con la villa de Caius, que posiblemente se localizara en el Alto de Cayés donde también se documentaron evidencias romanas a finales del siglo XIX (Requejo 2014: 426-427)
El establecimiento del complejo cerámico se realizó teniendo en cuenta las características naturales del entorno. Así, estos aprovecharon las condiciones topográficas del Alto de la Corona, situando las estructuras a media ladera, semiexcavadas en la pendiente para un mejor aislamiento térmico y una mayor estabilidad constructiva. El aprovisionamiento de arcilla se realizaría en las proximidades, dado que se trata de un área con una gran potencialidad en recursos de esta materia prima. La localización de los hornos a 278 m del río Nora y próximos a la confluencia de este curso con el Noreña, permitiría el abastecimiento de agua. En cuanto a los materiales de combustión, la excavación permitió recuperar restos de roble carbonizados, utilizados como combustible. Los análisis polínicos y antracológicos realizados tanto en el yacimiento como en su entorno permitieron constatar que en época romana las masas forestales estarían integradas por la asociación de frondosas (destacando el castaño y el roble, entre otras especies) (Requejo 2001, 2007a, 2007b, 2014).
El emplazamiento de los hornos también se estableció en previsión de las vías de comunicación, localizándose en las proximidades de una antigua red viaria que comunicaba los diferentes núcleos de población con el resto de la Asturias romana. También se aprovecharon y adaptaron a otros condicionantes, tales como los naturales (como la climatología) o la regulación jurídica que determinaba la ubicación de las industrias alfareras (Requejo 2001, 2007a, 2007b, 2014).
El centro alfarero de La Venta del Gallo dispondría, al menos, de seis estructuras para la cocción de materiales. A pesar de que la excavación permitió recuperar fragmentos de cerámica común (correspondientes al ajuar de los operarios del alfar) los hornos se dedicaron exclusivamente a la producción de materiales constructivos específicos (Requejo 2001, 2007a, 2007b, 2014).
Tanto la ubicación del complejo, como sus dimensiones y características evidencian una actividad productora que trascendería el nivel de autoabastecimiento del fundus. Dada la envergadura, se emplearía como mano de obra operarios especializados en la producción y comercialización de materiales constructivos cuyo status no se puede precisar. Así mismo, debe de considerarse la posibilidad de que estas instalaciones fueran utilizadas por otros productores para cocer sus manufacturas (siendo ejemplo de esto los materiales procedentes del establecimiento de Priañes) (Requejo 2014: 426-427). También cabe destacar que las medidas de las tégulas identificadas como la producción de los hornos se relacionan con las piezas de las Termas de Campo Valdés (Gijón) y el asentamiento rural de Priañes (Oviedo); las medidas de los ladrillos romboidales encajan con las del pavimento conservado en el Museo Arqueológico de Asturias, procedente de Lugo de Llanera (Requejo 2014: 340, 344).
Cronológicamente, los hornos pertenecen al tipo de horno romano más característico, que responden al modelo de planta cuadrada con corredor. De acuerdo con criterios tipológicos, los hornos de planta cuadrada/rectangular documentados, se encuadrarían entre los siglos III y IV d.C.; el horno de planta circular se adscribiría al siglo I/II d.C. (Requejo 2001, 2007a, 2007b). Junto con los hornos de La Teyera, ambos centros pondrían en manifiesto la influencia romanizadora en el sector central astur mediante la introducción de una arquitectura diferente a la conocida hasta el momento, produciendo nuevos materiales de construcción fabricados en talleres especializados (Requejo 2014: 423).